Hacia la glocalización
Publicaba Theodore Levitt en 1983 un artículo en Harvard Business Review, titulado The globalization of markets, en el que exponía cómo los consumidores en todo el mundo «a pesar de las profundas diferencias culturales» son cada vez más parecidos, habiéndose desarrollado una suerte de homogeneización en ellos. Se abría una nueva etapa, la era de la globalización que, con sus pros y sus contras, vivió un gran desarrollo durante las últimas décadas del s.XX y que tuvo múltiples aspectos, además del comercio. Así, Jagdish Bhawati exponía en su En defensa de la globalización algunas dimensiones, solamente desde el punto de vista económico, de este fenómeno: las inversiones, los flujos de capital, las migraciones entre países, la difusión y las transferencias de tecnología… A todas estas habría que sumar muchas más en áreas como la cultura o la política, por ejemplo.
Con la entrada en escena del Covid 19, parece que la globalización ha quedado tocada, aunque quizá no pueda decirse que hundida. El impacto negativo de la pandemia en la exportación en todo el mundo y el colapso de los viajes internacionales significan que si se mantiene la globalización, esta no podrá ser entendida como hasta ahora.
En mi opinión, una de las lecciones que hemos de extraer de esta crisis es la necesidad de apostar por un pensamiento global. Los grandes retos que sobrevendrán en los próximos años requerirán el alineamiento estratégico de la humanidad para aprovechar las mejores capacidades en todo el mundo para poner fin a la pandemia y así caminar hacia la recuperación.
Ahora bien, con las nuevas condiciones de vida que el virus ha puesto sobre la mesa, hemos de entender que nuestras actuaciones habrán de ser más locales que nunca. Es el momento de recuperar la expresión Think Global, Act Local , atribuida por primera vez a Patrick Geddes a principios de siglo XX, es decir, hace más de 100 años, y escuchada en múltiples foros, eventos e incluso campañas de publicidad.
Esta idea, posteriormente sintetizada en un término que surge hace un par de décadas, la glocalización, aplicada a los contextos empresariales, habrá de impactar en diversos niveles: en la cultura corporativa, en el modelo de negocios, en la estructura organizacional y, especialmente, en el mindset de las personas. Estamos ante una transformación holística que requiere de una gestión racioemocional, de mucha agilidad y de capacidad crítica para entender que el aquí es tan importante como el ahora. Y es que la era de la estandarización ha tocado a su fin. Es el momento de tener los oídos y la mente abiertos al mundo pero también de entender que las soluciones habrán de adaptarse a la idiosincrasia de entidades, líderes, CEOS, regiones, países…