Empresas zombis y cadáveres corporativos

En estos días de fantasmas, ánimas y monstruos, escribo sobre los muertos vivientes en el mundo empresarial. ¿Existen las empresas zombis? Sí, y en la teoría económica se dice que una empresa zombi es una empresa que está muy endeudada y solamente genera suficiente flujo de efectivo para cubrir los pagos de intereses de sus deudas. Tal empresa no genera lo suficiente para pagar el principal, por lo que está estancada y no tiene capacidad de invertir ni de crecer. Desde un enfoque más concreto, en el Financial Stability Review de mayo de 2021, del Banco Central Europeo, se definía a una empresa zombi como aquella que no es viable en condiciones normales de actividad, pero que sobrevive gracias a unas condiciones financieras especialmente favorables. En este sentido, definía a las empresas zombis como a aquellas que al menos durante dos años consecutivos tuvieran las tres condiciones siguientes:

– Registrar un ROA negativo (pérdidas)

– Registrar una ratio EBITDA sobre deuda financiera inferior al 5 % (elevados niveles de apalancamiento)

– Estar desinvirtiendo, excluyendo así a las empresas de nueva creación.

Con estas características, estas organizaciones son una suerte de muertos vivientes que, como en las películas de terror, se arrastran por los mercados, fundiéndose entre la multitud para no ser descubiertas.

Este símil bien pudiera ser una leyenda para Halloween, sin embargo, muchos estudios advierten de que las empresas zombis están entre nosotros y son más de las que inicialmente pudiera pensarse.

Ya en el entorno pre pandemia,  un informe de OCDE alertaba del considerable aumento de las empresas zombis y sugería que esta ineficiencia estaba lastrando el crecimiento económico de muchos sectores.

Con la llegada del Covid-19, los zombis corporativos se multiplicaron en número y en intensidad, apareciendo así una zombificación del tejido empresarial. ¿Por qué? Porque con el apoyo, sin precedentes, que desde los gobiernos de todo el mundo se hizo en políticas fiscales y monetarias, se inyectó financiación a muchas empresas al borde de la muerte. De esta manera, en lugar de haber desaparecido, las organizaciones fueron reanimadas, no por artes oscuras, sino por el gasto público.

La verdadera historia de terror es que actualmente, las industrias, los mercados y los sectores productivos están plagados de un considerable número de muertos vivientes que suponen una amenaza para las empresas saludables, ya que tienen la capacidad de atraer recursos que en ellas son meros parches para seguir arrastrándose, mientras que en empresas viables pudieran tener un impacto positivo en productividad, generación de empleo…

Pero además de este riesgo para los vivos, las empresas zombis implican el riesgo de que pueden provocar una espiral de pánico, porque si una compañía zombi es muy grande y cae, puede generar la venta de acciones de otros zombis… creando una crisis. O una epidemia de muertos vivientes.

En los últimos años, ha habido célebres empresas zombis, como el caso de Toshiba que en algún momento  fue una marca emblemática, pero que en 2017 la BBC la ponía la etiqueta de muerto viviente. Sin embargo, en la actualidad aún se mantiene fuera del listado de cadáveres corporativos.Más recientemente, hace unas semanas, Fortune publicaba que Peloton y GameStop formaban parte de la población de los muertos vivientes.

Un último, apunte, si quieres aprende más sobre cadáveres corporativos y cómo protegerte de ser un zombi empresarial.  Te invito a escuchar mi podcast, Futurología Empresarial, donde podrás conocer los ingredientes para fabricar  con éxito el futuro de tu organización.

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