Vigilancia del pensamiento global

Los últimos dos años, desde aquel marzo de 2020, han demostrado que los grandes retos a los que se está enfrentando el mundo requieren de los esfuerzos de toda la Humanidad. Hoy, sin duda, esta afirmación se hace aún más relevante, porque además de la pandemia del Covid 19, hemos asistido a otros retos también con un cariz global: los problemas en la cadena de suministro, la inflación, el aumento del precio del petróleo y desde hace unos meses la amenaza nuclear proveniente de Rusia.

Ante semejantes desafíos, es imprescindible ser capaces de aprovechar las aptitudes, conocimientos, destrezas… de todos, independientemente de dónde procedan, ya sea de un hemisferio u otro.  Porque la única manera de caminar hacia la recuperación, económica y social, pasa por atender a la vigilancia del pensamiento global.

Para que este proceso de vigilancia del pensamiento global arroje resultados de interés, es clave que sea configurado como un proceso con diversos filtros que permita “separar el grano de la paja” o lo que viene a ser los contenidos de valor susceptibles de convertirse en conocimiento de los que no lo son. Y es que analizar el pensamiento global sin un enfoque claro puede suponer perderse en un maremágnum de informaciones, casos de estudio y teorías de toda índole.

Este proceso habrá de tener tres niveles. En el primero se llevará a cabo el proceso de monitorización de novedades y prácticas internacionales de interés para la organización. En un segundo nivel, esas novedades y prácticas internacionales habrán de segmentarse en tres bloques, las que sean susceptibles de convertirse en oportunidades para la empresa, las que puedan provocar amenazas para la misma y otras. Las dos primeras, las oportunidades y las amenazas, alcanzarán el tercer nivel del embudo, en el que un grupo directivo habrá de encargarse de su gestión. En este último nivel de vigilancia del pensamiento global, se habrá de someter a la organización a lo que podría denominarse “test de estrés”, es decir, a simulaciones hechas acerca de la capacidad de la organización para enfrentarse tanto a las oportunidades como a las amenazas.

De esta manera, si se diera la oportunidad X, la organización habría de plantearse cómo podría aprovecharla con los recursos actuales. De igual manera para el caso de la amenaza Y, desde la empresa habrían de reflexionar del escenario al que se enfrentarían y de qué manera pudieran salvarlo de la manera más eficaz posible.

Y este es el fin último del proceso de vigilancia del pensamiento global, a saber, lograr generar conocimiento a partir de contenido que se ponga al servicio de la organización para definir las estrategias necesarias para llevarla al éxito a pesar de los desafíos que aparecen por el camino.

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