Cuatro elementos para ser un buen Chief Executive Leader

Hace unos años, señalar que se era el CEO, Gerente o Director de una empresa tenía unas implicaciones claras en la mente de quien escuchaba. Sin embargo, actualmente en el contexto de transformación y cambio constante, esos conceptos ya no significan lo mismo que entonces, y ni siquiera tienen la misma acepción, hoy en día, para los contemporáneos.

En relación a esto, hace un tiempo, publiqué un artículo sobre la evolución del CEO al Chief Executive Leader . En él reflexionaba sobre el camino que había recorrido el primer ejecutivo de la compañía, en la realidad y desde un punto de vista lingüístico. Ahora, algunos meses después y con el nuevo año recién estrenado, y quizá también, a punto de abrir una nueva etapa, pues no en vano 2020 evoca un cambio interesante, merece la pena pensar en cómo ha de ser ese perfil profesional. Resulta cuanto menos complicado sintetizar esas competencias en un texto, pero considérese como una llamada de atención a los asuntos que habrían de valorarse y tratar de trabajar sobre ellos: información para decidir, juicio para resolver, ser comprensible para liderar y humildad para aprender

Información para decidir. En una sociedad hiperconectada, la capacidad de estar enterado de lo que acontece se sobreentiende, pero en la práctica, el día a día en la sociedad y, también, en las organizaciones, está lleno de desinformados funcionales, es decir, de individuos imposibilitados para utilizar su capacidad de enterarse de lo que acontece de forma eficiente en las situaciones habituales de la vida.

Juicio para resolver. Tener criterio es complejo y poseer sensatez es mucho más difícil. Sin embargo, se puede implementar haciendo que la persona analice y trabaje en entender las decisiones de otros, que hayan trascendido por sus aciertos o errores.

Ser comprensible para liderar. Uno de los grandes retos de un buen manager es que sea entendido y comprendido en sus disposiciones. A veces, se confunde claridad con vulgaridad, y nada más lejos de la realidad. Quien logra exponer sus ideas y argumentos de tal manera que sean fáciles de entender por terceros está lejos de ser ordinario, pues posee dos virtudes, la del conocimiento y la de la palabra. Y consigue, a través de la segunda, poner en valor la primera.

Humildad para aprender. “Solo sé que no sé nada” decía Sócrates y ésta ha de convertirse en una de las máximas de quien busca liderar una organización. Ha de ser capaz de identificar sus lagunas en términos de conocimiento y poder llenarlas, a través de un aprendizaje primario o gracias a sus colaboradores.

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