¿Tienes grit?

Cuando el Foro Económico Mundial publicó las diez mejores habilidades para el año 2025, entre las que destacaban el pensamiento analítico, el pensamiento crítico, la resiliencia, la tolerancia al estrés y la flexibilidad, estaba poniendo el acento en la necesidad de nuevas capacidades para que los profesionales pudieran tener éxito.

Algunas de estas se pueden sintetizar en lo que  Angela Duckworth, psicóloga y profesora de la Universidad de Pensilvania, denominó “grit”, a saber: “el secreto para llegar a lo más alto está, sobre todo, en la actitud, en ponerle mucho esfuerzo, entusiasmo y constancia a lo que se hace”.

Así, tener “grit” pasa por un mix de pasión y de perseverancia sostenida, aplicadas ambas al logro a largo plazo, sin una preocupación particular por las recompensas o el reconocimiento en el camino. Al mismo tiempo, combina resiliencia, ambición y autocontrol en la búsqueda de metas que llevan meses, años o incluso décadas.

Es un interesante concepto porque compara la vida con una carrera de fondo que requiere de resiliencia para llegar a la meta. Podría sintetizarse en que si nos damos por vencidos, el grit pierde, pero si continuamos, gana.

Ahora bien, ¿se puede trabajar el grit? ¿cómo se potencia?

  1. Desarrollando la capacidad de estar centrado y concentrado en el aquí y en el ahora.
  2. Teniendo claro que la habilidad para superar las adversidades con cierta celeridad y facilidad se puede implementar.
  3. Siendo conscientes de nuestra propia integridad, de nuestros valores, de nuestras creencias y de nuestros comportamientos. Para así, poder mantener la coherencia con ellos.
  4. Conservar la pasión y la determinación para no desesperar ni abandonar a pesar de las dificultades.

En mi opinión, la idea de grit está en la esencia del mindset preciso para este siglo XXI, porque aglutina una serie de rasgos que permiten perseverar frente a los reveses, frente a la adversidad y frente a las decepciones en la búsqueda de metas a largo plazo.

Y es que el grit nos hace tener la determinación necesaria para “mantener el rumbo” durante tiempos difíciles.

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