La crisis y el liderazgo: el poder de retar al poder

Desde hace varios años, quienes trabajamos en entornos empresariales nos hemos acostumbrado al concepto Responsabilidad Social Corporativa que, siguiendo la aproximación que Naciones Unidas hace de esta realidad, puede entenderse como la gestión por la que las empresas integran preocupaciones sociales y ambientales en sus operaciones comerciales y en las interacciones con sus grupos de interés. Puede ser entendida, también, como la forma en que una empresa logra un equilibrio de imperativos económicos, ambientales y sociales y, al mismo tiempo, aborda las expectativas de sus distintos stakeholders. Es importante aclarar que la RSC va más allá de las obligaciones legales, las trasciende, porque la RSC no se rige por la ley, aunque ha de cumplirla y respetarla siempre, sino que es gobernada por la ética.

La ética aplica al gobierno de organizaciones de distinta naturaleza, pero, también lo hace al comportamiento de los individuos, sobre manera, en tiempos convulsos. En mi opinión, los ciudadanos hemos de ser capaces de dar un paso adelante y regir nuestra conducta, tanto para con nosotros mismos como para con nuestro entorno, desde esta perspectiva ética, que ha de ir más allá de las obligaciones legales; porque todo lo que hacemos repercute, de un modo u otro, en la sociedad.

A este enfoque lo denomino Responsabilidad Social Individual (RSI) y ha de concretarse en la actitud que todos tenemos con nosotros mismos, con nuestras creencias y con nuestros valores, con nuestra familia, con nuestros amigos, con nuestro trabajo, con nuestros vecinos, con nuestra sociedad y también, por supuesto, con los líderes que tenemos ante nosotros, ya sean en el ámbito político, empresarial o social.

En esta línea me gusta recuperar la idea de Mary Parker Follett; autora de libros sobre democracia, relaciones humanas y administración; sobre el liderazgo al que entiende como una relación de doble sentido, puesto que líder y seguidor se necesitan mutuamente para existir. De este modo, cuando, como seguidores, nos encontremos ante un líder que no cumpla con las expectativas que en él se depositaron o que incumpla las promesas que hizo, habremos de reflexionar que, en cierta medida, nosotros tenemos la “culpa” de ese desempeño erróneo. Las causas de este fallo pueden ser múltiples, por desidia por ignorancia o por omisión, pero en cualquier caso, la responsabilidad no se inhibe. Y, así, como responsables habremos de tratar de actuar para corregir y solucionar el desvío en el liderazgo y evitar que se convierta en un problema mayor. ¿Cómo hacerlo?

La gran arma que todo seguidor posee es la retroalimentación, y es que los buenos seguidores son los únicos que consiguen erigir grandes líderes. Este principio se asienta también en una de las lecciones que las sociedades desarrolladas han aprendido en los últimos treinta años, basadas en que como ciudadanos formados e informados, cada vez más en los dos sentidos, hemos de poner en práctica nuestra responsabilidad.

Sin embargo, en ocasiones, este derecho y este deber que tenemos ante el líder parece que se nos olvida y la sociedad aparece como narcotizada e incapaz de tomar las riendas de su responsabilidad ante quien les lidera. En esos momentos, desde ciertas esferas aparecen comentarios que no por populares son menos hirientes. “Tenemos lo que nos merecemos” es una expresión que he escuchado en los últimos meses y sí, puede ser cierto, pero debemos y tenemos que aspirar a cosas mejores y hemos de aprender a demandarlas, porque es nuestra responsabilidad hacerlo.

Así, desde esta perspectiva, cuando hablamos de líderes y de liderazgos (políticos, empresariales sociales), los individuos tenemos una considerable responsabilidad sobre quién es erigido, y también mantenido, como líder. Y es que los seguidores y todos aquellos que gravitan entorno al líder tienen un poder enorme en relación a él porque, en última instancia como ya he apuntado, el líder no existiría si no contara con el apoyo de otros. ¿Cómo se ejerce la responsabilidad social individual ante el líder? Considero que desde una triple perspectiva, que todas las personas podremos poner en práctica en el día a día:

  • Pensando por nosotros mismos.
  • Desarrollando un pensamiento crítico e independiente.
  • Participando activamente, si fuera necesario, para retar al poder del líder.

En definitiva, como seguidores de un líder, hemos de ponernos en valor, hemos de colocarnos en el centro de la relación con él y hemos de visualizar que estamos en una carretera de doble sentido, en las que no se deja de circular en ningún momento. Pero sobre esto, si me lo permitís, hablaré en otra ocasión.

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