Cuatro estrategias para gestionar el cambio en esta nueva época en las organizaciones

Hace tan solo unos meses escuchábamos en los medios noticias tales como “millones de personas mayores de 50 años ven amenazados sus trabajos por la digitalización”; “muchos empleos que desempeñarán los niños de hoy aún no existen”… Hoy, nos enfrentamos a un contexto mucho más disruptivo, donde la digitalización de la sociedad se ha hecho imperativa.

Además, el mercado laboral; que es el punto de encuentro entre las empresas, el sector educativo, los planes de formación y la voluntad de las personas de ser empleables; ha sufrido un tsunami sin precedentes, pues no está amenazado por una recesión sino por una depresión, que como señalaba la revista Time hace unos días es un hecho “global, mucho peor que las recesiones típicas, y su impacto tanto en la economía como en la sociedad es más duradero”.

Ante este escenario, las organizaciones han de activar sus recursos, tangibles e intangibles, y apostar por gestionar el cambio de un modo coherente al momento, a su tamaño y a su capacidad como entidad. Lo más importante ahora es que el equipo sea curioso, intelectualmente hablando, y que contribuya a la potenciación de la inteligencia colectiva.
En la actualidad, a pesar de las limitaciones de movilidad impuestas, se tiene que estar abierto al exterior para saber qué ocurre y así anticiparse a los nuevos modelos de negocio o para entender a los gatekeepers digitales. También es necesario desarrollar habilidades que superen el entorno y trabajen con el “intorno”. Entiendo por “intorno” el entorno interno, es decir, lo que se refiere a los procesos, los sistemas, las herramientas… con los que cuenta una organización, puesto que ante un contexto diverso, se han de diseñar estrategias que permitan y ayuden a enfrentarse a él con éxito:

1. Innovación tecnológica, entendida como una constante y siendo conscientes que desde el Silicon Valley de turno, mañana pueden sorprendernos con un nuevo proyecto disruptivo.

2. Transparencia para contribuir a implantar el accountability, que ante una dispersión geográfica del talento de la organización impuesta por la distancia social hace necesaria la rendición de cuentas, vertical y horizontal, así como ante los órganos de gobierno, para lograr las metas organizacionales.

3. Transversalidad, para crear retroalimentación instantánea y un enfoque orientado hacia las personas y a la cadena de valor transversal, ergo, transfuncional del negocio.

4. Enfoque humanista, que provoque el pensamiento crítico y creativo, que defienda el aprendizaje continuo y que se aborde de una manera inclusiva.

Aunque este cambio de época sea un desafío, lo cierto es que está lleno de oportunidades si se gestiona estratégica, productiva y competitivamente. Es imperativo trabajar con realismo, aprovechando lo disponible, transformando lo necesario e invitando a lo susceptible de encajar a sumarse al proyecto.

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