#1 Pitfalls and blindspot: Lehman’s Brothers

Vivimos una etapa de cambio abrupto, en la que parece que lo inimaginable puede suceder en cualquier momento. Sin duda, la tiranía del presente sobre la que ya he escrito en otros momentos es más dictatorial que nunca. Sin embargo, las sociedades y, por extensión, las organizaciones ya han vivido etapas oscuras y crisis feroces. Y muchas empresas han sobrevivido a ellas, otras sin embargo se han convertido en cadáveres corporativos.

Comienzo esta serie de artículos, Pitfalls and blindspot, en la que repasaré algunos de los casos más importantes y llamativos de cadáveres corporativos. Lo hago lejos del pesimismo y desde un enfoque constructivo, de todo se aprende, y también optimista, el mundo ha resistido a la desaparición de esas entidades, algunas de las cuales parecían demasiado grandes para caer.

Este es el enfoque de este primer artículo sobre Lehman’s Brothers. Nadie pensó que pudiera sufrir el desenlace que tuvo, ni mucho menos que el gobierno de Estados Unidos lo fuera a permitir.

Pero antes de analizar este case study, contextualicemos lo que sucedió. La crisis de las hipotecas subprime había puesto al sistema financiero norteamericano en una posición crítica. A principios de 2008, se intuía que se avecinaba la mayor crisis financiera en casi un siglo, pero desde el despacho de Richard Dick Fuld, consejero delegado de Lehman’s Brothers, no se veía así, ya que estaba enfocado en  convertir a Lehman’s Brothers en el primer banco de inversión de EEUU.

Sin embargo, las expectativas y la realidad no estaban en coherencia y las negociaciones con posibles partners, entre ellos el Korean Developent Bank (KDB), no se concretaron. ¿El resultado? Lehman’s Brothers quedó solo ante el temporal financiero y el 15 de septiembre de 2008, entró en quiebra. Esta, desde el Departamento del Tesoro de Estados Unidos, se preveía como ordenada. Nada más lejos de la realidad. Supuso una pérdida de 600.000 millones de dólares en los mercados internacionales.

¿Qué había sucedido?

En diversas publicaciones posteriores, se afirma que  Fuld apuró al máximo sus opciones creyendo que no se dejaría caer a la entidad. Enfrente, en el Departamento del Tesoro, tenía a Henry Paulson, ex consejero delegado de Goldman Sachs y otro peso pesado de Wall Street con el que había competido con dureza por el negocio y que no tuvo la voluntad de facilitar la situación. Se dice también que Warren Buffett estuvo analizando las cuentas del banco, pero que finalmente descartó la compra por falta de garantías.

Sin duda, el caso de Lehman’s Brothers muestra varios puntos ciegos que no fueron diagnosticados o si lo fueron, no se acertó en su gestión. Y un mantra que múltiples empresarios, directivos y C+Level han de asumir: “nadie nunca es demasiado grande para caer”.

 

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