La diversificación de mercados y sectores, un instrumento frente a la incertidumbre
En la edición de Harvard Business Review del pasado verano aparecía un concepto de impacto que agitaba el suelo: “la tiranía del presente es suprema”. Con esta afirmación el lector entendía cómo y por qué “muchas organizaciones no tienen otra opción que focalizarse en sobrevivir ante las amenazas inmediatas”.
La multiplicidad de dichas amenazas, a saber, el fulminante cambio tecnológico, la paulatina interdependencia económica y la creciente inestabilidad política, entre otros, ponían entonces, y lo sigue haciendo casi un año después, a las organizaciones y a los empresarios entre la espada y la pared.
Un escenario tan complejo que si puede adjetivarse de alguna manera es como incierto, desde las organizaciones se ha de abordar con amplitud de miras, es decir, con unos criterios más abiertos que los que se han venido utilizando y que nos han traído hasta aquí.
Decía Albert Einstein “The measure of intelligence is the ability to change”. El cambio no siempre es disruptivo, mucho menos inmediato, por lo que si estamos asistiendo a un cambio gradual es preciso abordarlo desde una perspectiva también progresiva.
En este sentido, y en momentos tan precarios como los que estamos viviendo, en mi opinión, es interesante que los responsables corporativos traten de apostar por un cambio basado en la diversificación. Y aunque esta estrategia entraña riesgos, las recompensas que pueden obtenerse, si es acometida con inteligencia y con un buen asesoramiento, serán extraordinarias.
Por supuesto que la diversificación de mercados y de sectores implica fabricar grandes decisiones empresariales; así como desarrollar un trabajo considerable en el análisis de información y de datos, una ingente labor en plantear preguntas y buscar respuestas y el gasto de mucho tiempo y muchos esfuerzos en el debate que todo esto puede provocar.
Sin embargo, todo este proceso no es más que una acertada inversión, porque entrar en nuevos mercados y en sectores por explorar es un instrumento frente a la creciente incertidumbre de la que venimos hablando y que estamos viviendo a diario.
Porque si este instrumento está bien construido y está acertadamente enfocado se erigirá en un escudo capaz de proteger a la organización ante los devenires que puedan asaltarla en estos tiempos inciertos.