Estados Unidos, China y los nuevos actores de una nueva economía

Desde hace un tiempo, venimos asistiendo a cómo Estados Unidos y China están enfrascados en una suerte de contienda por influir en el resto del mundo desde diversos enfoques, para lo cual ambos países están invirtiendo en proyectos de influencia de diversa índole, algunos vinculados con lo que se entiende por soft power.

¿Un ejemplo? Publicaba The New York Times hace unas semanas que la película On the basis of sex, basada en la vida de Ruth Bader Ginsburg, cuenta en sus créditos con el logo de Alibaba Pictures, la gran empresa de comercio electrónico de China. El artículo del periódico plantea el contrasentido de la siguiente manera: “El “Amazon” de una autocracia sin libertad de expresión coprodujo y distribuyó internacionalmente ese alegato en favor de la igualdad y de la democracia”.

Sin embargo, esto es un ejemplo más del cambio de época en el que nos encontramos y que se muestra como un desafío, entre otras cuestiones, porque lo que hemos venido asumiendo como cierto está mutando.

Además, el choque se concreta en un punto crítico que aglutina tres ingredientes: innovación, tecnología y comercio. Y  es que  las grandes empresas de estos dos países se reparten la tarta de la industria digital y de la innovación. Es preciso confirmar que en este punto que solamente China y Estados Unidos están dando esa batalla. Como ejemplo, se puede utilizar el siguiente dato: de las 19 organizaciones creadas en los últimos 25 años y que actualmente valen más de $100bn, nueve son estadounidenses y ocho son chinas.

Así, en esta línea The Economist describe que las organizaciones de ambos países tiene en común cuatro elementos clave:

  1. Un vasto mercado interno ayuda a las empresas a escalar rápidamente.
  2. Los mercados de capitales profundos, las redes de capitalistas de riesgo y las mejores universidades mantienen el flujo de puesta en marcha completo.
  3. Hay una cultura que exalta a los emprendedores.
  4. Y, sobre todo, desde la política se apoya la destrucción creativa, es decir, el proceso por el cual una innovación cambia el modelo de negocio predominante de una industria.

 Y ante este  escenario ¿qué cabe hacer? Este cambio de época traerá grandes oportunidades para quiénes presten atención y sean ágiles y audaces en sus decisiones. Sin embargo, para acertar en la fabricación de ellas habrá que tener una suerte de check list que permita monitorear lo que sucede que esté afectando o que pueda afectar, de alguna manera, la actividad de la organización.

Y, así, con un seguimiento de las novedades trataremos de ir un paso por delante.

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