12 aprendizajes corporativos tras 12 meses de pandemia
Se cumple, en estos días, un año de realidad pandémica, y tras doce meses se puede afirmar que el coronavirus nos ha hecho vivir experiencias que solamente conocíamos a través de libros y de películas.
Todas estas nuevas realidades han obligado a mutar las reglas del juego de cualquier empresa en el aquí y en el ahora, pero además están empujando a que, mientras gestionamos esta disrupción, sea necesario establecer una ruta que vincule los movimientos actuales con los resultados esperados en el futuro.
Para seguir avanzando, algo que es imprescindible, resulta enriquecedor pensar qué hemos aprendido en este año, para así poder y saber integrarlo en el día a día corporativo. Para esto, me permito recapitular sobre doce aprendizajes de este tiempo de pandemia.
- La necesidad de fabricar decisiones valientes, basadas en nuestras creencias y valores que, como un filtro de calidad, permiten elegir con coherencia y, desde esta manera, actuar en la gestión de entornos críticos, reconociendo que el management de otras épocas ha dejado de funcionar.
- El rol de la gobernabilidad corporativa se ha erigido como esencial en tiempos turbulentos, ya que el nivel senior de la organización, dado su conocimiento del negocio y del desempeño organizacional, es quien mejor puede orientar el rumbo.
- La apuesta por la investigación y por el establecimiento de prioridades contribuye a la acertada identificación y a la estimación de la magnitud del riesgo, o de la oportunidad, así como de la probabilidad de que sucedan.
- La focalización en los stakeholders, desde una aproximación estratégica y una perspectiva amplia, para analizar las relaciones que mantiene la organización; con otras empresas, instituciones y personas.
- El liderazgo es el punto de inflexión entre el éxito y el fracaso, porque cuando los problemas surgen y la crisis estalla, el líder ya no tiene permitido ser simplemente una persona o un personaje, sino que ha de subir varios peldaños hasta erigirse en un referente.
- La innovación tecnológica como un activo, porque se ha demostrado que aquellos que invirtieron en la tecnología, desde una perspectiva de máximos, han aparecido como más y mejor preparados para hacer frente a los desafíos que la pandemia ha planteado a la sociedad en general, y a las organizaciones, en particular.
- Se ha hecho presente un nueva época en las organizaciones, como un desafío, pero también como una gran oportunidad, si se aborda desde el realismo, aprovechando lo disponible, transformando lo necesario e invitando a lo susceptible de encajar a sumarse al proyecto.
- La reinvención de las hipótesis para la viabilidad empresarial son imprescindibles, pero no solamente en momentos críticos, sino de forma continua a lo largo del tiempo, porque en cualquier momento, lo esencial, en muchos casos, se convertirá en irrelevante.
- Algunas organizaciones, que saben hacerlo muy bien, son capaces de descubrir los océanos azules traídos por el Covid 19 y están obteniendo ventajas de incalculable valor.
- La asunción de que las reglas del juego, en las empresas y en la sociedad, están cambiando y que quién no quiera verlo, sin duda, se quedará atrás y perderá la partida.
- La disrupción en los modos de gestión, desde la doble perspectiva de la racioemocionalidad, porque el virus nos “ha movido el piso” y ha provocado que muchas organizaciones hayan salido del armario digitalmente hablando y porque se ha puesto sobre la mesa un abanico de emociones que han evolucionado desde el miedo a la aceptación.
- Y, sin duda, el deber urgente de incluir la transformación y la innovación en el ADN empresarial, pues son un activo estratégico en el presente, por supuesto; pero también hacia el futuro.