Transformaciones inmediatas al modelo económico ante la Cuarta Revolución Industrial. Herramientas para potenciar la producción local

Por Jesús V. Izquierdo, Chief Executive Leader en The Worldgate Group

La Cuarta Revolución Industrial o Industria 4.0 ya está aquí. El dilema es cuánto tardará en revolucionar, si no lo está haciendo ya, las economías de los países y, por consiguiente, sus sociedades y sus equilibrios socio- económicos, laborales y fiscales. En un mundo altamente polarizado y donde hay naciones que todavía están migrando de la segunda a la tercera revolución industrial, mientras otras son conscientes de que la tercera ya es el pasado y, de hecho, ya tienen organizados comités gubernamentales y plataformas público-privadas para encontrar respuestas a este dilema, lo que está claro es que esta revolución no dejará al mundo intacto. Probablemente, marcará diferencias casi crónicas entre muchas economías, regiones y países.

La diferencia, sin duda, la definirán aquellas naciones cuyos gobiernos y sociedades entiendan que es imprescindible crear una agenda estratégica de largo plazo, aunque con sentido de urgencia, que permita diseñar un nuevo modelo económico para revolucionar los mecanismos de competitividad y productividad.

República Dominicana ha vivido un lustro de un crecimiento sólido de su PIB, llegando a tasas del 7,6% en 2014 o 7% en 2015. Además del incremento de la renta per cápita imprescindible para el fortalecimiento de cualquier economía, el país ha realizado inversiones en infraestructura que han apuntalado la inercia de este crecimiento económico durante los últimos años. Aunque son buenas noticias, desafortunadamente no son suficientes para afrontar con éxito la competencia global y feroz que conlleva la Cuarta Revolución Industrial.

Por ejemplo, la Industria 4.0 va a traer una “robotlución” a todos los países. Los avances que están ocurriendo en la robótica móvil y el aprendizaje automático provocarán una sustitución de aquellos puestos de trabajo expuestos a la automatización. Se habla de cifras de cerca del 47% de puestos de trabajo en Estados Unidos o del 57% en países de la OCDE. Siendo estas cifras ya preocupantes, en Latinoamérica hablamos incluso del 77% de sustitución de puestos de trabajo, según fuentes del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

Si nos referimos al potencial económico de esta revolución industrial, vemos que Estados Unidos apenas explota el 18% de su potencial digital, pero nuestra región está aún más rezagada, ya que los países de Latinoamérica apenas capturan el 6% de su potencial digital.

Esta brecha digital se debe en parte a la infraestructura de redes. Según la Asociación Interamericana de Empresas de Telecomunicaciones, se debería invertir como mínimo un 10% más que lo que invertiría la industria si siguiese su ritmo histórico de crecimiento; esto, sin prestar atención al incremento exponencial de demanda de accesos y redes que la nueva economía requiere.

Y por supuesto, el impacto potencial de la Industria 4.0 en los empleos, aunque todavía incierta, no será menor. Según el Foro Económico Mundial, hacia el año 2030 se podría producir una destrucción neta de 3,38 millones de empleos en la región. Tan cerca como el año 2020, estamos hablando de un déficit potencial de 450 mil profesionales cualificados para suplir la demanda de puestos tecnológicos.

Si tomamos en cuenta todos estos datos, debemos rápidamente entender que hoy más que nunca es prioritario que los sectores público, privado y académico de República Dominicana diseñen una agenda colaborativa de prioridades para no quedarnos rezagados en lo que será un antes y un después.

Siguiendo el símil del 4.0, hay cuatro ejes esenciales en los que debemos incidir para otorgar competitividad real a República Dominicana y afrontar con éxito estos retos que ya están aquí. De esta forma podremos potenciar nuestra capacidad productiva.

Talento 4.0. La base principal del nuevo modelo competitivo. Es imprescindible entender que el sistema educativo es el gran proveedor del sector empresarial. Tanto el gobierno como las entidades académicas deben colaborar para anticipar el tipo y perfil de talento que las empresas necesitarán más rápidamente de lo que pensamos.

Gobernanza 4.0. La institucionalización de la responsabilidad en la gestión pública y privada. Es fundamental que estos sectores trabajen de forma conjunta para elegir, adoptar e implementar marcos de gobernabilidad corporativa y pública que aseguren una responsabilidad individual a nivel de los dirigentes y líderes, así como colectiva a nivel de las instituciones.

Productividad 4.0. La modernización y optimización del modelo productivo. Es necesario potenciar las infraestructuras, tanto logísticas como tecnológicas, al mismo tiempo que seguimos capitalizando nuestro potencial turístico e impulsamos la internacionalización de nuestras empresas, muchas de las cuales están ya preparadas para competir regional e internacionalmente.

Energía 4.0. La reconfiguración del modelo energético. Además de terminar de activar y trasladar a la economía real la eficiencia potencial de las recientes inversiones en centrales energéticas, hay que ir más allá. Es necesario una reconfiguración del modelo energético que adopte e impulse aquellas energías renovables con mayor potencial en el país y desde una sana complicidad del sector público y privado.

Aunque la Industria 4.0 puede ser vista como un reto o como una amenaza, lo cierto es que es una gran aliada llena de oportunidades para hacer frente a los desafíos de productividad y competitividad de la economía dominicana. Pero debemos pasar del idealismo del potencial al realismo de la oportunidad, no debemos esperar más: es imperativo rediseñar la estructura y pilares de nuestro modelo económico, institucional y educativo.

Artículo originalmente publicado en la Revista Conexo editada por Consejo Nacional de la Empresa Privada (CONEP), República Dominicana.

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